En un año en el que la pandemia del coronavirus está arruinando las ilusiones de todos los corredores populares de ponerse un dorsal, ya sea de uno de los grandes maratones o de la carrera solidaria del barrio, 115 personas de entre 9 y 78 años, separados por 1,8 metros cada uno, pudieron hacerlo a las afueras de Reading, Pensilvania, en Estados Unidos. Eso sí, tenían que cumplir una condición: correr desnudos.
Era en la carrera Bouncing Buns Clothing Optional 5K, que se celebró en Sunny Rest Resort, un complejo privado nudista fundado en 1945, lo que les permite saltarse las normas que impiden moverte por la calle tal y como viniste al mundo. La carrera ha sido narrada en primera persona por la periodista Jen A. Miller en el 'The New York Times', que cuenta que para superar los complejos de muchos por participar en una prueba así los resultados se publican solo con el nombre de pila, la primera letra del apellido y el estado del que vienen.
"La carrera no se sentía en absoluto sexualizada y no me preocupaba qué partes de mi cuerpo no eran perfectamente planas y fuertes y cuáles se movían a cada zancada. Solo era un cuerpo en movimiento más", narra la periodista sobre la experiencia de correr desnudo en medio de tanta gente que solo lleva puestas las zapatillas. Se atrevió a hacerlo después de ver que no tenía muchas más posibilidades de apuntarse a una carrera, de tener los gimnasios cerrados en su ciudad y de necesitar sentirse viva.