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Probablemente la cuarta edición de la Maratón del Mar Muerto haya sido una de las carreras que más satisfacción me haya producido jamás; no por mi marca personal, una basura, sino por la experiencia de correr en un lugar tan increíble y por la alegría de que el oro fuera a parar a un paisano y amigo. El atleta Sergio Turull, a quien yo conocí el pasado agosto cuando fui a visitar la sede de Adidas en Portland fue el ganador de los 42k recorridos en el mar más salado del planeta.
Además de tener lugar en el punto más bajo del planeta (Ein Bokek, Israel, a unos 430 m por debajo del nivel del mar), el Maratón del Mar Muerto es una carrera prácticamente plana (su desnivel positivo en la distancia de maratón es de 33 m) y se pisa un terreno único: una pista de grava fina compactada y llana, recubierta de sal, lo que hace que el terreno literalmente cruja a tu paso.
Sin embargo, lo más impresionante, lo que hace a esta carrera única en el mundo no es –solo– lo especial del terreno o que te sientas como si flotaras por la abundancia de oxígeno, sino sus impresionantes vistas y su valor histórico. Es imposible no pensar, por el lugar donde nos encontramos, en el capítulo bíblico en el que Moisés guía a su pueblo y las aguas del mar se separan para permitir el paso a la tierra prometida. A tu espalda queda el desierto de Judea, y corres, con el mar a tu derecha e izquierda, hasta la frontera misma de Jordania. Y lo haces por una pista que solo se puede pisar una vez al año, para esta ocasión, para la Maratón del Mar Muerto.
Una carrera para todos: 50k, 42,2k, 21,1k, 10k y 5k
Hace apenas tres meses me sometí a una artrodesis lumbar, una operación de cirugía para unir dos vértebras que tenía machacadas. La operación ha sido un éxito total, hago vida normal, mucho caminar, mucho pilates, mucho nadar, ejercicios para aliviar la presión de la espalda y largas sesiones para fortalecer el core. A pesar de esos avances, aún no puedo correr porque he de evitar a toda costa cualquier impacto hasta que los huesos estén bien soldados.
Por fin lograba participar en esta maratón con la que tanto soñaba, justo en un momento en el que no estoy como para competir. Pero siempre he dicho que participar en una carrera es mucho más que lograr mejores marcas, se trata, como en el free-running, de disfrutar de toda la experiencia. Y la maratón del Mar Muerto lo permitió, ya que tiene cinco distancias y recorridos distintos, y pude hacer, en plan marcha atlética, la distancia más corta.
Distancias de competición
· 50k Ultramaratón: Es parte del campeonato israelí de 50 km de distancia en cooperación con la Asociación de Atletismo. Ganador: Aleksei Beresnev, ganadora: Oksana Akhmedova.
· Maratón: un maratón llano alrededor de la cuenca sur del Mar Muerto. Jandro: Sergio Turull, ganadora, Anna Prais.
· Media maratón: 21,1k llanos hasta el mar, una competición dedicada a los corredores (y hermanos) Tomer y Giora Ron.
· 10k: Un recorrido por el dique hasta el mar y volviendo por el nuevo paseo marítimo del Mar Muerto.
· 5k- una muestra del recorrido único, corriendo sobre el dique y el paseo marítimo de Ein Bokek.
La carrera de menor altura del planeta
Correr a 430 m por debajo del nivel del mar la convierte en una carrera que es todo lo contrario a los entrenamientos de altura. Aquí no te falta el oxígeno, de hecho yo me sentía mucho más ligera, como si flotara. Te cansas mucho menos y tu cuerpo responde muy bien a las condiciones físicas. Eso sí, aunque a la salida sea de noche, no te olvides de cubrirte la cabeza y del protector solar: aunque el cielo esté medio nublado y nos sientas calor, el sol del desierto está ahí, y puedes acabar como un cangrejo.
Correr hacia el mar
El punto culminante de la carrera es correr hacia el centro del mar por el terraplén fronterizo que rodea la parte sur del Mar Muerto. Solo una vez al año las fuerzas de seguridad permiten el uso de esos diques con fines deportivos, lo que te brinda la oportunidad de descubrir unas vistas impresionantes solo permitidas a los empleados de las fábricas del Mar Muerto o al personal de seguridad del estado israelí.
El dique sirve de zona fronteriza entre el Mar Muerto israelí y el jordano, una valla sin barrera entre los dos países, lo que mantiene una rutina diaria común y pacífica entre ambos estados.
El nuevo paseo marítimo de Ein Bokek
Todas las pruebas empiezan y finalizan en el nuevo paseo marítimo del complejo hotelero de Ein Bokek, donde los corredores cruzamos la línea de salida y llegamos a la meta (todos salimos desde el mismo lugar, pero las líneas de metas estaban ubicadas en distintos puntos). En el paseo marítimo tuvo lugar también la Feria del Corredor, en esa playa de arena de color amarillo mostaza y muy compacta. También ahí se repartieron los dorsales y tuvo lugar la entrega de premios, el ambiente era muy festivo, con actividades para toda la familia, en un día de playa maravilloso, en ese agua donde la sal te permite flotar y la piel se te queda como la de un bebé.
El origen: la carrera de Ein Gedi
El Maratón del Mar Muerto tiene su origen en la antigua carrera de Ein Gedi, un lugar situado a 33 km al norte de Ein Bokek. Durante más de 30 años acogió a decenas de miles de corredores y fue punto de encuentro de aficionados y profesionales en el calendario anual de carreras israelíes. Como continuación de la conmemoración de aquella carrera, la final del medio maratón se celebra como homenaje a los hermanos Tomer y Giora Ron, jóvenes corredores fallecidos prematuramente y miembros del kibbutz Ein Gedi.
Un lugar mítico y una experiencia sin igual
A tu espalda queda el desierto de Judea, a unos kilómetros de Masada, un yacimiento arqueológico que comprende los restos de varios palacios y fortificaciones. Hoy en día es un símbolo nacional de resistencia y autodeterminación por el papel que tuvo en el año 73, al final de la primera guerra judeo-romana (también conocida como la Gran Revuelta Judía). El paisaje de la carrera es sobrecogedor, el Mar Muerto, pero también el del desierto en el que que se halla este mar, el de Judea. Por no mencionar las ciudades que son visita obligada. Por un lado, la modernísima y super hipster Tel Aviv, una joya arquitectónica, con rascacielos de vértigo, pero también la ciudad con más edificios de la escuela Bauhaus del mundo, o la impresionante e inimitable Jerusalén, donde confluyen tantos credos. También se encuentra muy cerca Jericó, de más de 9000 años de antigüedad, la ciudad más antigua del mundo.
¿Una experiencia recomendable? Sin lugar a dudas, independientemente de tu nivel físico. De hecho es una buena ocasión para viajar en familia, correr cada uno su distancia, en la que hay todo tipo de actividades deportivas y lúdicas (sesiones de pilates, spa, masajes), además de las orientadas a los más pequeños. El ambiente es festivo, reina el buen humor. Una carrera de verdad especial, inclusiva y muy divertida. Y una excusa para visitar Israel, un país de gastronomía exquisita, dieta mediterránea y clima templado (aunque a nosotros nos llovió un par de días). Una cultura milenaria, en un país moderno, sofisticado y muy bello.

Rosa Martí es experta en libros, novedades literarias, fitness, yoga y nutrición. Lleva más de 10 años vinculada a diferentes cabeceras de Hearst, donde escribe sobre literatura en Esquire y sobre ejercicios y bienestar en Men’s Health, Women’s Health y Runner’s World.
Su experiencia viene avalada por una amplia trayectoria en la que combina devorar libros, escribir textos, correr maratones, traducir cómics y novelas, la investigación filológica, la crítica literaria, el ballet clásico, practicar yoga a diario y preparar su tesis doctoral.
En Esquire podrás leer sus contenidos sobre libros (ordenados por género, por estilo o por autor) y sus artículos de entretenimiento. Lo mismo te cuenta cuáles son los gentilicios más curiosos, las palabras más bonitas del castellano o los insultos en inglés más originales.
En Men’s Health, Women’s Health y Runner’s World, en cambio, se centra en su faceta más healthy, escribiendo sobre nutrición y alimentación, sobre ejercicios y entrenamiento (enfocado especialmente a running, yoga, ciclismo y natación) y sobre salud y bienestar.
Rosa Martí tiene un grado en Lenguas Modernas por la Universidad del Oeste de Inglaterra, una licenciatura en Lenguas Aplicadas por la Universidad de Rennes II en Francia y un grado de Arte y Humanidades estudiado en la Universidad de Barcelona. También es máster en Filología y Literatura por la Universidad Autónoma de Barcelona, facultad en la que prepara su tesis doctoral.
Toda esta formación le ha llevado a ser traductora de libros, cómics y de la versión impresa de Esquire. Lleva más de 10 años escribiendo en diferentes medios como Esquire, Runner's World, Women's Health, Men's Health, El País y Vanitatis.