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En 2023, Rebecca Reid arrasaba en su carrera por el campeonato, camino de batir su mejor marca personal de 87 minutos en media maratón, cuando de repente, sintió que todo su cuerpo ardía.
Se sentó y todo se volvió borroso. Al recuperar la consciencia en una ambulancia, escuchó a los paramédicos decir que su frecuencia cardíaca superaba los 280 lpm. Los médicos le advirtieron que tal vez no volviera a correr.
Tan solo dos años después, Reid batió el récord mundial de la maratón femenina más rápida con un desfibrilador cardíaco implantable subcutáneo (S-ICD) en la Maratón de Londres de 2025.
Lo que Reid experimentó en esa carrera de 2023 fue un episodio de taquicardia ventricular idiopática (TV) potencialmente mortal. Esto ocurre cuando los impulsos eléctricos del corazón se originan incorrectamente en sus cavidades inferiores, provocando que se acelere peligrosamente.
Tras el primer incidente, pasó una semana en el hospital. A pesar de las exhaustivas pruebas, que incluyeron electrocardiogramas, tomografías computarizadas, pruebas genéticas y pruebas de esfuerzo, los médicos no pudieron encontrar una causa clara. El incidente se consideró un caso aislado y Reid pudo volver a correr.
Un segundo accidente
Pero, durante una sesión de velocidad en carretera en noviembre de 2023, volvió a sentir la misma sensación.
"Eso fue peor", dice, "porque sabía qué esperar".
Por suerte, estaba con un compañero de entrenamiento que la llevó de nuevo al hospital. Esta vez, sin embargo, al no poder desfibrilar su corazón para que saliera de su peligroso ritmo, tuvieron que reanimarla con un desfibrilador y compresiones. Tras este segundo episodio, su vida cambió por completo.
Correr le había dado un propósito a Reid después de graduarse de la universidad en 2016, y rápidamente se enamoró de este deporte. Para 2023, era una corredora competitiva de 30 años, con tiempos cerca de los mejores y corriendo 96 kilómetros por semana mientras entrenaba para el Maratón de Boston. Sin antecedentes familiares de problemas cardíacos ni señales de advertencia, su carrera como corredora dio un giro inesperado.
"Recuerdo a ese médico diciéndome que nunca volvería a correr, y disculpen las palabras, me rompió el corazón. Estaba devastada porque es como si te arrancaran parte de la personalidad", dice Reid.
Para prevenir futuros episodios, Reid se sometió a una operación llamada ablación de taquicardia ventricular: un procedimiento médico que utiliza calor o frío extremos para crear pequeñas cicatrices en el tejido cardíaco. Las cicatrices bloquean las señales eléctricas anormales, impidiendo que esos ritmos peligrosos se repitan. Le recetaron betabloqueantes, que limitan su frecuencia cardíaca a 170 lpm. Tras un largo debate médico, le colocaron un desfibrilador.
El dispositivo, implantado en el pecho, debería reestablecer el ritmo cardíaco si sufre otro episodio, pero explica que no hay garantía de que funcione.
En 2024, Reid finalmente pudo volver a correr, pero su entrenamiento ahora era muy diferente: su frecuencia cardíaca no podía superar la zona dos, entre 130 y 140 lpm.
Fue un cambio enorme, explica. "Siempre he sido del tipo de corredora que se tumba al borde de la pista, a punto de morir durante la sesión; eso es lo que me encanta".
Aprendiendo a entrenar con límites
A pesar de los desafíos del entrenamiento, Reid se inspiró para intentar batir el récord mundial cuando vio la cobertura de un hombre que había establecido el maratón más rápido con marcapasos en el Maratón de Manchester de 2024.
Descubrió que no existía un récord mundial para el maratón más rápido con un desfibrilador incorporado. Así que, como parte de su carrera de regreso, decidió intentarlo en el Maratón de Londres de 2025, un evento que se celebró casi exactamente dos años después de la fecha de su primer incidente.
Fue una de las aproximadamente 2% de las personas que obtuvieron un lugar en la votación.
"Fue absolutamente increíble. Creo que fue el destino", dice.
Esta vez, el entrenamiento de maratón de Reid tomó una forma muy diferente: carreras de resistencia largas y lentas representaron el 80% de sus semanas de 64 kilómetros.
"La única pantalla que tenía en mi reloj era mi frecuencia cardíaca, porque sentía que nada más importaba", añade.
En febrero de 2025, tan solo dos meses antes de la carrera, Reid descubrió que otra corredora había establecido el récord mundial en cuatro horas. Para lograrlo, sabía que tenía que superar esa marca.
El calor insoportable del Maratón de Londres de ese año no facilitó el reto y, en el kilómetro 29, Reid se vio obligada a bajar el ritmo al notar que su ritmo cardíaco aumentaba.
Luchó contra su ritmo cardíaco durante los últimos 10 km, pero cruzó la meta en 3:37:54, pulverizando el récord mundial de la maratón femenina más rápida con un desfibrilador cardíaco implantable subcutáneo (S-ICD) por 23 minutos.
Más allá del récord mundial
El maratón de Reid recaudó fondos para 'Cardiac Risk in the Young', organización benéfica para la que seguirá recaudando fondos durante todo el año. La primera vez que vio la organización fue en los puestos de animación del Maratón de Londres de 2024, mientras presenciaba el evento.
Cardiac Risk in the Young trabaja para reducir la frecuencia de muertes cardíacas súbitas en jóvenes. Lleva a cabo iniciativas como ofrecer cardiogramas gratuitos en eventos deportivos de base, como partidos de fútbol locales, para detectar problemas subyacentes de forma temprana.
Reid siente que la organización benéfica se alinea perfectamente con su propia experiencia y cree que el trabajo que realizan podría ayudar a otros a evitar enfrentarse a lo que ella ha vivido.
A pesar de preguntarse si una prueba similar podría haber evitado su incidente, los episodios que le cambiaron la vida la han hecho sentir inmensamente agradecida de poder correr.
"Cada vez que corro, sigo pensando que no puedo creer que pueda hacerlo", dice.
Reid aún espera volver a competir en carreras, pero reconoce que le llevará mucho tiempo ganar velocidad entrenando a una frecuencia cardíaca más baja. El mensaje más amplio de Reid es de esperanza para las personas lesionadas, ya que cree que su experiencia demuestra que siempre hay un camino de regreso.
"Mi objetivo principal era demostrarme a mí misma, y también a los demás, que siempre hay una luz al final del túnel", concluye.