Otra historia increíble, de fuerza y longevidad. Es la de Hiromu Inada, que logró superar su récord como el hombre más anciano en terminar un Ironman.

La hazaña llega tras la de de Sawang Janpram, el atleta récord tailandés que hace unas semanas conquistó cuatro oros en los World Masters Games de Taipéi, un evento multideportivo internacional similar a los Juegos Olímpicos, que se celebra cada cuatro años: 100 metros lisos, lanzamiento de peso, disco y jabalina.

Inada es una máquina perfecta que, tras haber batido el récord como el hombre más anciano en completar un Ironman a los 86 años, durante el fin de semana del 14 y 15 de junio de 2025, se superó a sí mismo reescribiendo la historia del triatlón al recorrer 1,9 kilómetros a nado, 90,1 kilómetros en bicicleta y 21,1 kilómetros de carrera en solo 10 horas, 11 minutos y 23 segundos.

Después de toda una vida como periodista, este animado japonés se dedicó en cuerpo y alma al deporte, probando su primer triatlón a los 70 años tras haber aprendido a nadar a los 60. Inada descubrió el Ironman pocos años después y, en 2012, a los 80 años, ganó su primer Campeonato Mundial en su categoría de edad en Hawái (Estados Unidos), con un tiempo de 15 horas, 38 minutos y 25 segundos.

Para alcanzar estos sorprendentes resultados, Inada entrena seis días a la semana despertándose a las 4:30, siguiendo al pie de la letra una dieta diseñada especialmente para él. Primero entrena en la piscina de la International Swimming School en el distrito de Inage en Chiba, Japón; luego corre 3 kilómetros antes de salir en bicicleta o con patines.

Ya este año, en abril, completó un triatlón en la isla de Ishigaki, en el este de Japón.

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¿La carrera para mí? Una pasión, un momento para liberar la mente, mirar los paisajes circundantes con una sonrisa, para convivir y superar la fatiga. Ha sido reportero del periódico Resto del Carlino durante veinte años, y todos los días busca historias que contar, de hechos que han sucedido, de rostros. El deporte siempre ha formado parte de mi vida, primero el baloncesto (hasta el antiguo B2), que me «siguió» desde los 11 años, y luego correr. La primera media maratón, en «mi» Ferrara en 2020, fue un éxito increíble, no tanto por el tiempo, sino por la consecución de un objetivo que hasta entonces, para mí, parecía imposible. Desde ese día se han disputado muchas competiciones, de Bolonia a Trento, de Rávena a Florencia, siempre con una sonrisa en la cara y con la certeza de que, después de tantos sacrificios, cruzar esa línea de meta significa coronar un sueño. Para poder gritar, con los brazos al cielo: lo logré. Esta es la lección que me gustaría dar a mis tres maravillosos hijos.