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"!Lo puedes hacer mucho mejor!", le grita en la grada Khadidiatou Seck.
Cualquiera diría que su hijo Mattia Furlani acaba de aterrizar en el foso de arena del Estadio Olímpico de Tokio en 8 metros y 39 centímetros, que se acaba de colocar primero en la final de salto de longitud del Mundial de atletismo en la quinta ronda.
Mamá es insaciable. Mamá no se fía de los rivales. Mamá quiere algo más grande.
Quizá se acuerda de que en el mismo pasillo, hace 34 años Carl Lewis y Mike Powell disputaron uno de los más magnos duelos de la historia del atletismo. Los 8,91 metros de Lewis no sirvieron para derrotar a Powell, que con 8,95m estableció el récord mundial aún vigente. El estadounidense quiso regresar a Tokio, pero World Athletics le echó un día antes del inicio del campeonato por conducta inapropiada. Corren los rumores, pero nada se sabe con certeza.
Pero los casi 40.000 espectadores de la noche tokiota no han venido para ponerse nostálgicos, sino para disfrutar de la coronación del italiano, un fideo largo y finísimo nacido en Marino, en el Lazio, hijo Marcello, saltador de altura, y Khaty Seck, una velocista de origen senegalesa, y los dos le han dado unos genes que le hacían saltar más de lo que Carl Lewis lo hacía con 18 años, y ahora, con 20, alcanza ya la cima universal del salto largo.
Furlani se hace dueño de la longitud la misma noche que Miltiadis Tentoglou, el doble campeón olímpico, claudica desde el inicio, acalambrado en los gemelos desde el primer intento. "Ha sido la peor competición de mi vida. Me sentía genial y fuerte, pero mi error ha sido calentar con más fuerza de lo habitual", lamenta. El griego asustó en la ronda clasificatoria, pero su temporada estaba resultando irregular. Ya en marzo, una enfermedad le dejó sin fuerzas en el Mundial de Nanjing, y allí ganó también el italiano con 8,30m.
Aquella medida no sirve para subir al podio esta vez. El chino Yuhao Shi, todo un velocista de 10,18s, resurge de las cenizas y salta 8,33 metros en el segundo intento. Con 18 años, fue 6º en el Mundial de Londres, y después llegó a 8,43m, pero se lesionó y penó por el desierto. Ha regresado, y su salto le sirve para superar por momentos al jamaicano Tajay Gayle, el campeón mundial de 2019, que había saltado lo mismo en el primer intento, y que se aupa al bronce con un brinco de 8,34 metros en el cuarto intento. Para entonces ya le duele la espalda y no podrá ir más lejos. Tampoco el chino, que no ajusta. Ni el decatleta suizo Simon Ehammer, frustrado en su intento de ganar medalla en la longitud y el decatlón en el mismo campeonato, 4º con 8,30m, a tres centímetros del metal.
Por tanto, en el sexto intento, a pesar de los temores de Khaty, nadie supera a al italiano, que lo celebra, siempre con una madre cuidadosa que le advierte a gritos que no se quite el dorsal antes de tiempo, que le pueden descalificar, y luego cambia la prudencia por la ternura y le vocea: "Ven aquí, déjate abrazar".
"No empecé de la mejor manera. Al principio, tuve un pequeño problema con la carrera, pero como siempre, intenté mantener la calma y guardar lo mejor para el final. Esta es una noche muy especial", dice Furlani, que se lo dedicó a su hermana Erika, una saltadora de altura que llegó a brincar 1,94 metros y ahora está embarazada.
Lester Lescay y Jaime Guerra no alcanzan los 8 metros
La confianza y determinación de Furlani ("lo tengo, lo tengo", tranquiliza a su madre antes del gran salto) no la muestran ni Lester Lescay, de 23 años, ni Jaime Guerra, de 25, incapaces de acercarse a su versión de la clasificación, donde sus 8 metros largos abrieron la esperanza.
Guerra empieza con 7,76m, pero demasiado frenado en la carrera. En el segundo se queda corto en el aterrizaje, 7,81m. "Nos la vamos a jugar, mete medio paso para adelante", le pide Ramón Cid. Y en el último, corre más y acaba por pisar la tabla. Es nulo. Y se le acaban los intentos. Termina último, 12º. "Pechofriada de manual", bromea en Instagram.
Y antes, le explica a la RFEA sus sensaciones más concretas: "Con el mejor salto que pudiera haber hecho, no habría estado en las medallas ni de lejos. Me faltan muchas competiciones, he conseguido estar en la final en las condiciones que venía, así que la lectura es positiva", se consuela Guerra, que se rompió el isquiotibial en el Euroindoor de Apeldoorn y no volvió a competir hasta agosto.
Si Guerra se queda corto, Lescay va demasiado largo. Comete dos nulos que le dejan al borde del KO porque mete media zapatilla en la tabla. Y son largos, de 8,30 y 8,40 metros a simple vista. Así que en el tercero corre con más precaución, apenas coge tabla y aunque se le escapa el brazo izquierdo en el aterrizaje llega a 7,97 metros. Es suficiente para tener dos intentos más. Vuelve a arriesgar, y vuelve a meter la zapatilla. Y en el último, repite los 7,97 metros y se queda 8º. "Hoy no fue el día, pero di todo lo que tenía. Es una temporada buena con la medalla [el bronce en el Euroindoor de Apeldoorn] y el puesto de finalista, aunque quería una medalla. Solo me faltó ese gran salto, pero ya tendré años", promete.
La decepción de la longitud completó una mala jornada para España, marcada por la lesión de Jordan Díaz en la clasificación del triple salto. En los 400 metros vallas, Jesús David Delgado despertó por la mañana con la noticia de que debía correr las semifinales tras la baja de otro atleta, y por la calle más exterior no consiguió mejorar su marca de las series y terminó último (19º en total) de su serie con 49,41s. "Ha sido una carrera desastrosa. Me sentía cansado y en la última parte no tenía esa chispa", admitió el canario. En las series de los 200 metros, Jael Bestué avanzó como tercera de su serie con 22,74s y cree que tiene más para las semifinales de este jueves (14:24h). Y en la final de 1.500m del portugués Isaac Nader, Adrián Ben logró otro puesto de finalista para España al terminar 8º.
Katie Moon, tantos oros como Isinbayeva
En el otro concurso de la noche, la pértiga femenina, la estadounidense Katie Moon alcanza los 4,90 metros a la segunda y le roba el oro a su compatriota Sandi Morris, que había acertado a saltar 4,85m a la primera. La eslovena Tina Sutej se lleva el bronce con 4,80m. Es el tercer oro mundial consecutivo para Moon, que solo cedió en los Juegos Olímpicos de París ante la australiana Nina Kennedy, ausente por lesión. En eso, iguala a Yelena Isinbayeva, aunque no en las marcas. A todas se les resisten los 5 metros. En Tokio, Moon lo intenta una vez y lo ve tan difícil que desiste.
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).